El cuadrilátero sobre el que se enfrentan EEUU contra Huawei

Estados Unidos versus Huawei

El conflicto de intereses entre el gigante de las telecomunicaciones chino y la Casa Blanca excede a la búsqueda de hegemonía en la industria del 5G y se puede abordar desde cuatro perspectivas: la política, la económica, la tecnológica y la estratégica. El catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid, José Manuel Riera, explica por qué es importante para el resto mundo qué potencia logre imponerse en esta carrera

Mónica Zas y Sofía Alfayate

Estados Unidos y China llevan décadas encaramados a un ring en el que combaten cuerpo a cuerpo siempre por las mismas razones, aunque sus actores cambien. Los intereses de estas dos potencias confluyen en tantos puntos que la fricción parece inevitable. A veces, la lucha diplomática se da entre consulados o sus respectivos presidentes; otras, entre los ejércitos; e incluso ha llegado a enfrentarse un país entero contra las empresas privadas del rival.

En esta última categoría se engloba el conflicto de Estados Unidos con la multinacional Huawei, de gran alcance mediático en los últimos dos años, pero que se remonta hasta hace casi 20. La guerra comercial entre China y EEUU no ha dado un paso más relevante que el bloqueo del expresidente Donald Trump a Huawei, el gigante de las telecomunicaciones con sede en Shenzhen, que entró en vigor en agosto de 2020.

Es un caso con tantas aristas que solo se puede analizar desde una perspectiva poliédrica: la política, la económica (o empresarial), la tecnológica y la estratégica. Como si estuviesen en un cuadrilátero de boxeo, China, EEUU y Huawei se han ido poniendo contra las cuerdas bajo la atenta mirada del resto del mundo, pues lo que está en juego excede a las ansias de poder tecnológico y económico de estas potencias.

Primer round: político

La política impregna cada una de las decisiones tomadas por el gobierno estadounidense en su lucha contra Huawei. Desde que la empresa de telecomunicaciones china se posicionó como líder en la tecnología 5G, Estados Unidos se lo tomó como un ataque personal y dio comienzo a una “carrera» que, según Donald Trump, debían e iban a ganar. El expresidente republicano hizo esta declaración de intenciones en abril de 2019, un mes antes de incluir a Huawei en su Entity List, una lista negra de instituciones, personas y empresas consideradas un peligro para la seguridad nacional. Los señalados no pueden hacer negocios con ninguna organización que opere en EEUU.

Pero si bien Trump ha convertido a Huawei en su principal caballo de batalla contra China, no ha sido el único presidente de EEUU que ha puesto cortapisas a la compañía. George W. Bush, ya en 2008, bloqueó la compra por parte de Huawei de la empresa tecnológica estadounidense 3COM alegando motivos de seguridad. Ese año, el FBI empezó a buscar vinculaciones comerciales entre Huawei e Irán. Dos años después, Obama siguió por esta senda bloqueando dos proyectos de infraestructuras de redes desarrollados por Huawei por los mismos motivos que su antecesor.

La cronología de este desencuentro forma parte de la guerra comercial entre ambos países y de su viraje hacia la persecución de la hegemonía tecnológica. Por un lado, EEUU acusa al gobierno de Xi Jinping de orquestar acometidas cibernéticas en empresas estadounidenses y de robar propiedad intelectual de sus compañías tecnológicas. Por el otro, el gigante asiático niega estos ataques y alega que no existen pruebas, como tampoco las hay de las denuncias de hackeo que atribuyen a Huawei.

La Casa Blanca ha acusado a la empresa tecnológica de alterar sus dispositivos para espiar a los usuarios y administraciones, aunque nunca ha presentado evidencias contundentes. No obstante, para entender las consecuencias que ha tenido para Huawei, conviene repasar sus vinculaciones con la República Popular China, lo que realmente le ha convertido en la gran damnificada de esta contienda política y estratégica.

Segundo round: empresarial

Huawei fue fundada en 1987 por un veterano del Ejército Popular de Liberación de China, Ren Zhengfei, cuya red de contactos le ayudó a conseguir sus primeros contratos boyantes, entre ellos con su antiguo cuerpo militar. Durante estas primeras décadas, la empresa ya fue acusada en ocasiones de robo de propiedad intelectual. Cuando China entró en la OMC en 2001, se le exigió explícitamente dejar de priorizar a las empresas nacionales por encima de las extranjeras, lo que podría haber afectado a Huawei, pero para ese entonces ya se había extendido por EEUU y Gran Bretaña.

En 2003, la empresa tecnológica CISCO la demandó por robar el código fuente de sus routers, algo que Huawei admitió pero que se solucionó mediante un acuerdo económico. Este caso es el único que se ha podido demostrar, pero ha perseguido tanto a la compañía china como sus supuestas vinculaciones con el gobierno de la República Popular. Desde ese momento y hasta el inicio oficial de la guerra tecnológica entre EEUU y China, en marzo de 2018, Huawei ha estado siempre en medio del fuego cruzado.

Sin embargo, Huawei dio el salto a las cabeceras internacionales cuando su directora financiera e hija del fundador, Meng Wanzhou, fue detenida en Canadá por violar las sanciones comerciales de EEUU con Irán. La directiva estuvo seis semanas bajo arresto domiciliario en diciembre de 2018, pero emitió una carta abierta un año después, cuando Trump anunció que Huawei pasaba a formar parte de su lista negra o Entity List, un castigo para las finanzas y la reputación de la empresa, aunque no estuvo exento de idas y venidas durante las negociaciones.

“Descartar Huawei porque tiene su sede en China carece de sentido. Empresas como Nokia o Ericsson tienen una cadena de suministros global como la de Huawei y utilizan equipos fabricados en China”, defendió Catherine Chen, directora de la Junta de Huawei en EEUU, en la columna ‘América necesita Huawei’ para The New York Times, en mayo de 2019

La Entity List, publicada por primera vez en 1997, es una de las armas más poderosas que tiene EEUU e implica que “las empresas estadounidenses no pueden intercambiar nada, ni un destornillador, sin contar con una autorización previa”, explicaba el investigador James Lewis, del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), a la BBC. La lista busca que los entes extranjeros abandonen comportamientos que la Casa Blanca considera contrarios a sus principios de seguridad nacional. Eso fue lo que pretendía con Huawei antes de que Washington hiciera efectivo el bloqueo en 2020 y al que concedió varias prórrogas desde su primer anuncio en mayo.

«Las empresas estadounidenses pueden vender sus productos a Huawei. Estamos hablando de equipos en los que no hay un gran problema de seguridad nacional”, dijo Donald Trump en junio de 2019 durante la celebración de la cumbre del G20 en Osaka, junto al presidente Xi Jinping. Parecía que ambos países estaban cerca de llegar a un acuerdo. Pero, para ese entonces, la entrada en la Entity List había provocado la ruptura entre Huawei y Google o Qualcomm, y había dañado enormemente la imagen de la empresa china en el exterior. En España, por ejemplo, las ventas llegaron a caer un 30%.

A pesar de las declaraciones del republicano, la compañía seguía señalada en su lista negra: Huawei no podría vender sus teléfonos en EEUU ni obtener las actualizaciones de Android o los servicios de Google. “Huawei se ha convertido involuntariamente en un peón de guerra comercial entre EEUU y China”, decía el director de Negocio de Consumo en Huawei España, Pablo Wang, en una entrevista con el medio especializado Xataka. Todo ello obligó a la firma de Shenzhen a reinventarse y a sortear el gancho recibido por la administración estadounidense creando, entre otras cosas, su propio sistema operativo: Harmony OS.

Fuente: Huawei

De fondo, además de la pugna comercial con China, resuena el temor a que Huawei siga acaparando el mercado de la tecnología 5G, una carrera que Trump no estaba dispuesto a perder. La pregunta es si Joe Biden, su sucesor y rival político, limará asperezas con la firma china o seguirá la senda marcada por el America First, independiente del color y la ideología del presidente de turno. Para empezar, hay quien ve complicado que Huawei abandone la Entity List en algún momento atendiendo a los motivos esgrimidos por Washington. Pero el CEO de Huawei, Ren Zhengfei, ha abierto la puerta al diálogo con el presidente demócrata. “Daría la bienvenida a llamadas telefónicas y el mensaje giraría en torno al desarrollo conjunto y el éxito compartido”, expresó en una rueda de prensa.

Tercer round: tecnológico

La tecnología 5G es el punto culmen en el conflicto de EEUU con Huawei. No se entiende la geopolítica esgrimida hasta ahora sin conocer la relevancia que este avance puede tener para los gobiernos mundiales. Se espera que el 5G revolucione la tecnología y no solo a nivel  dispositivos, sino como un conjunto de redes que conectan desde coches automáticos hasta electrodomésticos, además de proporcionar un ancho de banda de 20 GB/segundo que permitiría, por ejemplo, descargar películas en alta definición en cuestión de minutos.

“Posicionarse bien ahora en esta tecnología supone una ventaja competitiva enorme”, explica José Manuel Riera, catedrático de telecomunicaciones en la Universidad Politécnica de Madrid y director de la cátedra de Huawei. “Tiene un efecto claro en sentido geopolítico para el resto de países”, asegura en entrevista con La Mirilla Internacional. Riera se refiere a que el mundo tiene que hacer una apuesta por los operadores, los equipos de red y las compañías que lideren en el 5G para no quedarse atrás. A pesar del veto internacional, Huawei a día de hoy sigue ostentando dicho trono en el mercado.

“Hay algunas empresas europeas que están bien posicionadas, como Nokia o Ericsson, y por supuesto, las asiáticas Huawei y ZTE”, dice el catedrático de la Politécnica. Pero lo cierto es que en cuestión de números las dos primeras tienen poco que hacer respecto a Huawei, reconocido por sus propios portavoces. El máximo responsable de Ericsson, Borje Ekholm, se mostró hace poco preocupado porque el veto a Huawei pudiera “ser perjudicial para nuestras operaciones en China”. Huawei es cinco veces más grande que Ericsson o Nokia, llegando a facturar 136.700 millones de dólares en 2020 frente a los 28.000 de la compañía sueca y los 23.000 de la finesa, según el Observatorio Nacional 5G.

La firma china le dijo a El Confidencial que de las 97 redes comerciales 5G desplegadas en todo el mundo, 60 se sostienen sobre su tecnología. Este mismo medio revela que el ansia por liderar en el 5G excede a los avances tecnológicos, pues sus derivadas afectan a planos como “el demográfico, el control de materias primeras, el energético, el financiero” y, sobre todo, “el del control de los datos”, que hasta finales del siglo pasado se repartía entre Reino Unido y EEUU. Desde el desarrollo de las redes 3G y 4G, sin embargo, el timón lo maneja China y Huawei tiene en ello un papel clave. De hecho, su última maniobra frente al bloqueo comercial de EEUU consiste en cobrar royalties por sus patentes 5G de teléfonos a fabricantes como Apple o Samsung.

Precisamente por ese tipo de cosas, un informe publicado por la consultora estadounidense ABI Research defiende que “prohibir a los fabricantes chinos el despliegue de equipos 5G en los países occidentales, bajo supuestos problemas de seguridad, irá en detrimento de los despliegues de las redes 5G y de su evolución tecnológica durante los próximos años”. Por otro lado, también puede afectar a la última pieza de la cadena de distribución, el consumidor. “Perjudicará a los estadounidenses y a las empresas afines al negarles el acceso a la tecnología líder, reducir la competencia y aumentar los precios”, defendía Catherine Chen, la directora de la Junta de Huawei en EEEU, en The New York Times en 2019.

Durante todo este tiempo, aun así, EEUU ha logrado convencer a otros países de que su veto sobre Huawei, y en última instancia sobre China, favorecerá el desarrollo del libre mercado. Australia, Nueva Zelanda, Japón, Canadá, Reino Unidos, y más recientemente Suecia o Noruega, han apoyado sus pasos. “No se trata de evitar que las compañías accedan a posiciones dominantes en el mercado digital sino de que China o Estados Unidos dominen el comercio, la tecnología o la economía mundial”, defiende Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano. Y, en esa confrontación geopolítica, muchas compañías o gobiernos “tendrán que elegir entre querer a papá o a mamá”.

Cuarto round: estratégico

Posicionarse en esta guerra no es sencillo, y menos cuando el gobierno chino ha advertido de que tomará represalias comerciales ante cualquiera que se sume a EEUU en su campaña contra Huawei. Por su parte, la línea telefónica de la Casa Blanca arde para intentar sumar adeptos a su posicionamiento. Así lo explica Wang Zhen, exembajador de China en España y exvicepresidente del Instituto de Asuntos Exteriores del Pueblo Chino, en el Observatorio de la Política China. El diplomático explica las consecuencias de la llamada entre el exsecretario de los EEUU, Michael Pompeo, y la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha Gonzáles Laya, en julio de 2020.

«Después de Reino Unido, Pompeo y su equipo consideran a España como el segundo objetivo dentro de su estrategia de presión en Europa. En primer lugar, los líderes de Alemania y Francia, los dos principales países de la Unión Europea, han dejado clara su posición sobre la continua cooperación con China en la “era posterior a la epidemia”, lo que incluye permitir que Huawei acceda a la tecnología de internet y dificulte el cambio de  posición”, describe Zhen, y añade que “para EE.UU, sofocar a Huawei es debilitar a China. Por lo tanto, esta persecución y asedio continuarán”.

Los altos cargos de la diplomacia china no han dejado de posicionarse sobre la respuesta en el extranjero ante Huawei. Entre ellos, el exembajador de China en Reino Unido, Liu Xiaoming, que abandonó su puesto a principios de 2021 después de afirmar que los parlamentarios británicos tenían “una mentalidad de Guerra Fría”. No en vano, así ha sido calificado este enfrentamiento por algunos analistas políticos. “Muchos legisladores de todo el mundo probablemente creen que es poco lo que pueden hacer para dejar de ser espiados por las agencias de inteligencia chinas y estadounidenses, y dada esa realidad, también podrían beneficiarse de los equipos baratos y confiables de Huawei”, razonaba Adam Segal, experto estadounidense en ciberseguridad, en la revista Foreign Policy.

Andrés Ortega, director de la consultora Observatorio de las Ideas e investigador senior del Real Instituto Elcano, medita sobre ello y sobre el paralelismo con la Guerra Fría en su artículo EEUU contra China: hacia dos sistemas enfrentados. “Esta dinámica puede llevar a la constitución en el mundo de dos ecosistemas digitales en buena parte incompatibles entre sí”, lo que en su opinión rompería “algunas cadenas de suministros esenciales que están en la base de la última fase de globalización”. Respecto a la correlación con el conflicto nuclear del siglo XX, aduce lo siguiente: “No cabe olvidar la dimensión de los valores e incluso de las culturas, pues en la Guerra Fría, EEUU y sus aliados y la Unión Soviética compartían una base cultural común amplia, aunque sus sistemas estuvieran separados. La actual dinámica es mucho más compleja –no necesariamente más peligrosa– que aquella”.